domingo, 2 de agosto de 2015

Washington Benavides: Poemas del Siglo XXI



Washington Benavídes


















 SEÑORA MUERTE…

                                                        “y lo que quiero saber es
                                                          Cuánto le gusta su muchacho de los
                                                          Ojos azules
                                                          Señora Muerte”
                                                                                     (e.e.cummings)


Si alemán serías El Muerte. Pero
Como te escribo en castellano,
Sos la señora Muerte.
La Ñata del lunfardo y algún
Tango, “La que te dije” –elusión
 a nombrarte- del lenguaje urbano.
En realidad, estamos frente a frente
Desde el nacimiento (y aún antes).
Y esto lo reveló el estoico y lo hizo poema Francisco de Quevedo.
Te han relacionado con el sueño.
Cosa que no comparto.
Aunque a veces nos llega de pesadilla
El sueño es la única visión que tendremos
Del Paraíso que no existe.
Por lo tanto, Señora, me importa poco
Que Usted desmonte a Búfalo Hill.
 A Napoleón o Benito
o cualquier maestro de la usura,
Rostchild o Banco Ambrosiano,
O pequeño usurero de provincia
Con las manos mugrosas de robarle
A los pobres y necesitados.
Otras desapariciones le objetarían
Poetas como Esenin o Maicovski
Que buscaron sus fríos pechos
“para morir abrasaos” no solamente
Artistas, gente común, laburantes
Que se mataron con sus copas de grapa antes
 De la oficina para poder teclear inmundos
 Formularios o parejas juveniles
Que, abrazados, se dejaron caer desde un bote a las aguas
donde los esperaba Perséfone.
Porque sus ciegos padres no midieron
La pasión de sus hijos.
Ni que decir de los niños que recolectas
Por todo el mundo. Esos
No besarán tus huesos desmedidos.
Y esto te lo digo en la cara sin desenfundar
 El revólver con cachas de nácar
Que heredé  de Billy The  Kid,
Ni la vieja pistola lafouchette de dos cañones
 De mi amigo Josecito Jiménez,
El carrero.


CUERPO HERMOSO…


                                   1

Es casi un ángel de Fra Filipo Lippi.
Aunque algunos le encuentran
Facciones de la abuela (por cierto,
 Muy hermosa, agregan, como
Cuidándose de la réplica jocosa).

El sexo oculto en un liviano pliegue
Está diciendo que se llamará:
                        ¿Estefanía, Margaretta,
                                   Helena?
Cuando le bañan (ella gustosa accede)
Es como una llama
Como una lámpara de siete brazos
Como una madreperla , una madrépora
                        O una niña hermosa.
                                  
                                 2

Si se lastima las rodillas
Al saltar del columpio
El mundo todo queda en suspenso.
Como en Santiago cuando está “temblando”.

En cumpleaños propio o ajeno
Parece advenediza
Como si un hada despertara
En una galería de carbón profunda.

Si mira un niño, ese niño
Ya sabe que será un Figari si pinta
Un Vaz Ferreira entre la Lógica y la Música
Un Santos Dumont en aeroplano
Un Julio Herrera que anda
 Suelto por Los Parques Abandonados
Soñando la Desolación Absurda,
 O un almacenero de ultramarinos
Con chalet liberty para el verano.

El niño que no es mirado (como yo)
Tendrá que irse a París
A competir en el Parque de Los
Príncipes en bicicleta o escribir un poema
Que le de vuelta al mundo como a una media
Y que se llame los Cantos de Maldoror.

                                   3

La adolescente que soñarían todos los publicitarios
Dalianegragivenchiversacelacabana
Pasea por el Prado y el rosedal desea que la niña
 Lo atienda y furiosamente estalla en rosas
                                    Amarillas
                                   Rosas-té
                                   Sangrientas
                                   Desesperanzadas
Al fin sólo aspiran a que la adolescente
Entre sus dedos prerrafaelistas
Transforme en juego cruel contarlas
Mientras las deshoja
                        En un “quiero,
                                   No quiero,
                                   Pero quiero,
                                   Y no te quiero…”

                                   4

Un muchacho atildado
La mira sin contemplaciones
De oferente,
La mira como un macho mira
A la hembra
Como un ciervo de altiva arboladura
Clava sus ojos en la cierva virgen
Y se prepara para la contienda.

Ella (que lo ha mirado disimuladamente)
Ahora se extasía en una telaraña
Que aspira –nada menos- que atrapar
                        Al sol.

                                   5

Cortinados amarillos que abrumaran
                        A Lucrecio
Pero no son amarillos ni cortinados.
Son un velo de novia, son un velamen
                        De esponsales.
Son otra tela de araña que no tejieron
                                   Los arácnidos
Pero que probablemente operen
                        De igual manera.

No es el novio el fino adolescente.
Es un señor de propiedad burguesa
Una cadena de oro cruza su vientre
Y en su chaleco de pana blanca
Oculta el Tiempo.
Bigotes a lo Humberto Primo
Levita de embajador francés y el cuello
De palomita y de charoles donde el cielo
Se refleja en  sus botines.
El cabello detenido en dos crenchas.
En el rostro sin sorpresas, una sonrisa
De satisfacción, y a la par un aire
 Grave
De pausados giros…

                                   5
No fue el ciervo y la cierva
En la majestuosidad del bosque de abedules.
Fue casi un estupro, con gruñidos y grititos,
Un revuelo de vestiduras de dormir
Y blancos muslos asediados.

                                   6

Junto a la madre que teje imperturbablemente
La joven mujer grávida
Mira por la ventana el Prado del otoño
Una niebla que es como un mitin de fantasmas
Va borrándolo todo…
También el pensamiento de la joven grávida
Que estaba lejos, muy lejos,
Tal vez en Buenos Aires, a la que ahora llaman
                        “La Reina del Plata”.
Imperceptiblemente, cava y cava una arruga
Advenediza, en su frente de Dama
De Dante Gabriel Rossetti.
Un señor, que le es ajeno, aunque sea su marido
Acaba de regresar de su bufete.
Su sombra, a contraluz, se vuelve enorme,
Un leve clic advierte que la puerta
Cancel con sus cristales de Murano,
Dejó fuera el otoño.


DEVOLUCIONES  IMPOSTERGABLES

El “manto de Gotemburgo”, una maravilla textil
Creada por los indios paracas del Perú,
Vuelve a su origen. El gobierno de Suecia
Cumple con un requisito fundamental:
La vuelta de maravillas del arte, la arquitectura de pueblos arrasados
Por los conquistadores. Desde las creaciones admirables egipcias o más antiguas
Que “adornan” ciudades de los invasores, como si fueran propias.
Como ostentaban (y ostentan) escudos patrios con
Las banderas de los vencidos, como triunfos
 Romanos. Ni que decir de la rapiña nazi
Con Goering a la cabeza, de los logros artísticos de los países invadidos.
¿Cuántas joyas, pinturas, artesanías mágicas,
Debieran restituirse a su origen?
Hoy, en una hermosa revista peruana “Chasqui” nº 23, octubre de 2014,del Ministerio de RREE .Una arqueóloga, Carmen Thays, historia la joya de la textilería paraca.
Y bien, ello nos movió, a la reflexión anterior.
Cómo una ráfaga, como un turbión
De pesadilla: circularon por nuestros ojos
Los robos manifiestos de los detentadores
Del poder, sobre las obras únicas
De los vencidos.
¿Cuántos museos del mundo se alimentan
Con estos saqueos?
Cuántos turistas de Grecia vuelven con pedazos
 De mármol de esculturas o templos
Que les venden al mejor postor?
Y ya no gobiernos depredadores, sino
Sencillos hombres y mujeres
Que retornan con su pedacito del Acrópolis?
(Sé que miras la vasija, el plato, la ñañaca
O manto chico o las bandas cefálicas del
Rey difunto, que amañaste, el pectoral de oro,
La esmeralda del cuello de la princesa,”La Barca de Oro”, corazón del Museo de Bogotá, que se escapó por unos dólares…)…)
En el Brooklyn Museum yace el “Manto Calendario” saqueado en 1902 del cementerio de Arena Blanca, en la península de Paracas,
Por Domingo Cánepa y su pandilla,
De los núcleos funerarios descubiertos.
¿Volverán las oscuras golondrinas
De tu balcón sus nidos a colgar?
Me viene un gesto escéptico. Perdona.


 INVENTARIO-PESADILLA
                        ECOCATASTROPHE.

Dejemos los “40 días y 40 noches”
De Las Sagradas.
Un emperador chino ordenó la quema
De la gran biblioteca, porque la Historia
Debía comenzar en él y con él.
Tu Fu, en un poema, hablando al emperador
De turno,
Le señaló que, junto a la Gran Muralla,
Coexistía una gran muralla de osamentas,
De los esclavos y extranjeros que costó
Una de las Maravillas del Mundo.
¿Sabes cuantos obreros y familias de obreros
Abatió entre la malaria y la miseria
La construcción del Canal de Panamá
(Y ahora sobrevendría el de Nicaragua).
¿Cuántos la Gran Esfinge, cuántos
Las Pirámides y los Colosos de Menmon?
¿Sabes que con Chico Carlos fueron muchos
 Los mártires defendiendo la Amazonía
De la avidez de los Latifundistas y Empresarios? Defendiendo nuestros pulmones?
Olvidaste las catástrofes nucleares:
En 1979 en Three Mile Island (Pensilvania,
EEUU) O en Chernobil (Soviética) 1986,
O en Fukushima (Japón) en 2011?
¿Sabes que las pruebas atómicas marítimas modificaron
la Corriente del Niño y otras mas, desviando
La que aportaba la anchoeta al Perú, para  gaviotas y petreles y su guano, y la pesca, alimento  imprescindible?
Sabes que el clima mediterráneo de Montevideo se fue al carajo,
Y vivimos alterados por las “alertas naranjas o amarillas” que significan tornados, granizo,
Lluvias que desbordan río y arroyos,
Obligando a miles a refugiarse, viendo sus precarias
Viviendas destruidas. ¿Sabes cómo la
Administración se desvive por extraerlos del lodo y de los excrementos?
¿Te has enterado del volumen polucionado de río y arroyos,
Por las vertientes químicas de empresas y fábricas, transformando en canales de la muerte
Todo lo acuífero?
            Si todavía te queda voz, hazla  oír,
                        Que aún vive la protesta.


SEIS VARIACIONES PARA UN ARMONIO 
            DE CRISTAL (ELECTRÓNICO)
                        Por xoan zorro.

                                                           “La muerte no es el final
                                                           Es sólo zona de parking.”
                                                                       Jack Spicer.

                                   1

La máquina alterada.
La gran nuez de la cima
Parece no soportar una avalancha
Ni una modesta ardilla.
El cordaje del cuello desafina
Como un arpa
Tocada por secretas carcomas
Y en su ropero
El viejo corazón como dijera
Jean Cocteau:
                                   “Hoy, no se lleva”.
Y para abajo mejor es no meneallo.
Sin embargo, mi amigo –viejo amigo-:
            La muerte no es el final
            Es sólo zona de parking.

                                   2

Corriendo por el césped
Maravillosas piernas de muchacha
Acompasadas por las fuertes piernas
Del mozo que la cuida
Como a la niña de sus ojos
Que eso es para él

Esa muchacha de piernas admirables
Corriendo por el césped
Ascendiendo entre tilos
Va la pareja por el Parque de Los Aliados
Corriendo tras el arco
De la Alianza
Ella con piernas dignas de Artemisa
Él, con algún calambre,
Sin perderle pisada. Desesperadamente,
            Tras la niña de sus ojos.

                                   3

El hombre arrolló la bandera
Que en ese instante comenzaba a ser
Candidata a los trastos polvorientos
                        Del altillo.
Iba a encender un cigarrillo. Lo pensó
Mejor, y sus dedos volvieron
A depositarlo en la cajilla.
En ese acto (casi reflejo) saltó
De su bolsillo aquella vieja desteñida foto
            (quien la viera, de paso, arriesgaría
                        A decir: es una foto
            De un niño o de una niña).
El hombre la miró. Respiró hondo
                        Y volvió a desplegar
                                   La bandera.

                                                           A Juan Gelman.

                                   4

No era un templo era una sala
                        De cinematógrafo
Por lo tanto era un templo además
            De una sala de cinematógrafo
Y en esa sala/templo, el muchacho veía
                        Por undécima vez
                        “La General” de Búster Keaton.
Sabía perfectamente cuándo saltaba
            Como una liebre la imagen
            De los viejos rollos
Esperaba con unción el instante
            De la deshonra del maquinista
                        Ante su novia
Seguro que iba a reconquistarla y liberarla
            Del laberinto de rieles
            Y ejércitos enfrentados
Del Norte contra el Sur.
Además, sonreía, con la seguridad secreta
                        Que desde la próxima
                        Exhibición él sería el maquinista
            Él sería Búster Keaton
            Y alcanzaría los créditos
            Que la vida se empeñaba en negarle.

                                               5
El pobre Mozart
Alcanzó su gramo de felicidad
Ya acosado por la muerte cuando escuchó
            Al mozo de la carnicería
            Cantar un aria de Papageno.
Con esta anécdota se alentó el desconocido
                        Autor de canciones.
¿Quién dice?. A lo mejor…

                                    6
                                               “El mirlo canta y la bebé ríe,
                                               A medio camino en el siglo del
                                                           Horror.”
                                                           Kenneth Rexroth.

Dulce Camila
Fuerte Natalie:
Maravillosas hijas de mi hijo
Nietas de la alegría
Poseedoras de un coraje casi borrado
De los escritos de este mundo.
Al borde del Milenio, Camila:
Cédeme un poco de tu ternura honda
Que me sabrá a un trago de agua
            En el corazón del verano.
Préstame tu energía, dorada Natalie,
Dibújame constante, como de niña
Fundabas árboles, casas, padres gatos
Bigotudos.
Ustedes caminarán
Por tiempos que han alarmado
            La imaginación o la conciencia
Y sé que vuestros pasos llevarán
            Nuevas luces, dínamo                  
Ustedes caminarán
Por tiempos que han alarmado
            La imaginación o la conciencia
                        De los hombres
Y sé que vuestros pasos llevarán
            Nuevas luces, dínamos
                        De pureza
Para mañanas que no serán ojos
De ciego/ muletas
Abandonadas entre las ruinas de la guerra.
Ustedes llevaran como un nuevo testamento
                        El deseo de todos nosotros
            (los conocidos, los desconocidos)
                         
UNPOCO MÁS SÓLIDO QUE EL AIRE


Casi desparramado,
Bajo el quincho solidario
Pasan “músicos” que hace tanto
No venían a estos árboles,
Los músicos son unos pajaritos
De mediano tamaño, el dorso de color marrón oscuro,
Casi acanelado el pecho.
Siempre en bando. Rápidos y fugaces
Sobre la avena estéril, sobre los pastos
Recién cortados por un operario.
Cantan. Una música que huele a pasto,
A reflejo de las nubes en la acequia,
A urgencias de apareo.
A dulce clima.
Ya se fueron. Volaron hacia otros campos.
Las desafinadas langostas verdes tratan
De mejorar sus arreglos
(No sea que Nicolo –el gran violinista
Iracundo- les quiebre sus arcos).
Sigo despatarrado. Increíblemente, una
Perdiz chica pasa junto a mi, sin empacho
Ni miedo. En otros tiempos…
Al fin veo a una viudita blanca.
(Desolado ante los desmanes de los
Fundamentalismos, fustigan mi visión:
Garrote vil, torres con horcas,
hachas fulmíneas, lapidaciones, Rocas Tarpeyas,
“la solución final” con cámaras de gas,
Piras humanas de la Santa Fe, cruces romanas,
Venenos socráticos, elixires borgianos,
Inyecciones letales, sillas eléctricas,
Fusilamientos, la “refalosa” de federales
Y unitarios, los despenadores oficiales
De los ejércitos, la espada isabelina,
El puñal tribunicio, el sicario de trece
Apuntando y acertando. Los degolladores
De Barranca Yaco, la cabeza del Chacho
Peñaloza, los niños del último ejército
Guaraní ante el sádico Conde D´eu;
Los N N de cualquier territorio…)
Salto, como mordido por crucera.
El tiempo está cambiante y de la Cuchilla
De Haedo  baja en carretón siniestro una tormenta.
También asoma en la dulzura de este
Mundo, una Tercera Guerra nada fría.
¿A los señores de la guerra no enfrentarán
Los hijos de la patria grande?


Washington Benavides (Tacuarembó, Uruguay, 1930) Poeta, traductor y músico. Maestro quien hace décadas me supo indicar, en una noche cargada de humedad rioplatense, en la “valiant” Montevideo qué leer.

Entre sus últimos títulos se hallan: "El mirlo y la misa" (2000);"Los pies clavados" (2000); Un viejo trovador" (antología) 2004;"Dracmas" (2005);"Diario del Iporá (2006);"Sonetos del Batoví dorado al gabinete del Dr Caligari" (2008);"El frasco azul" (2011); "Tata Vizcacha" (reedición.2012);"Como un comanche" -seis libros inéditos- ( Ed. homenaje del Ministerio de RREE del Uruguay, 2012).

LIBROS de heterónimos:"Amarili y otros poemas" Pedro Agudo(2007); Doce canciones amorosas (bilingüe) Juglar Xoan Zorro (2010);" Asuntos del falsificador" John Filiberto (2012).

Entre  los autores que ha traducido se cuentan: Guimarães Rosa, Oswald de Andrade, Carlos Drummond de Andrade y Affonso Romano de Sant’Anna.

Sus poemas y canciones han sido musicalizados y grabadas por: Alfredo Zitarrosa, Daniel Viglietti, Eduardo Darnauchans, Héctor Numa Moraes, Carlos Benavídes, Los Olimareños y Los Zucará.